Parece ser que mis ratos libres nocturnos han sido reemplazados paulatinamente por mis deberes escolares. O de plano el cansancio es una razón de peso para ir a mis aposentos a descansar pues al día siguiente la rutina comienza desde temprano. Eso y además mi vida no ha tenido nada muy interesante que contar en este espacio.
Aprovecharé, entonces, este momento de ocio para escribir.
Había pensado escribir sobre el bloqueo creativo, pues no sabía que escribir. Por lo tanto me pareció adecuado externar mis pensamientos sobre ese tema. Pero creo que la inspiración llegó de una manera bastante inusual.
El jueves estaba preparando para entregar un cartel. Ya estaba impreso sólo faltaba pegarlo en una cartulina para darle rigidez y presentación (Soy sincero, si pegándome en una cartulina me diera más rigidez o al menos mayor presentación... No dudaría en hacerlo). En fin, el paso que seguía era cortar el margen de impresión (bordecito blanco de la hoja para dejar sólo el cartel). En el centro de impresión de mi universidad, existe un área donde puedes trabajar en labores como las que intentábamos realizar. Pues tienen bastante espacio y herramientas. Una herramienta en particular me llamó la atención y me dio la vaga ilusión de que mi trabajo sería más fácil. Una regla metálica de corte como de un metro y medio. Mi primer pensamiento fue: "Bien, con ésto ya la hice" (Claro, en una modalidad más vulgar y corriente). Me dispuse a cortar mi poster mientras una amiga se disponía a cortar el suyo en una guillotina. Cuando empecé a cortar noté que la regla resbalaba. Por lo tanto ejercí más presión extendiendo mi mano izquierda para evitar desplazamientos futuros de la mentada regla.
Cuando menos lo pensé, el cutter utilizó la regla de corte como rampa y continuó por mi dedo índice hasta rebanar con precisión quirúrgica un tajo de complexión semejante a un pedazo de cáscara de papa como cuando uno la intenta pelar con cuchillo y no un pelapapas. Sólo que de menor tamaño. Cabe señalar que no encontré el pedazo cuando fui a buscarlo, he de haberlo aventado por ahí cuando sucedió todo esto. Y ahora vive feliz o infelizmente en la suela de algún transeunte.
La sangre no se detenía, y tuve que ir a enfermería. La herida todavía no cierra y es muy probable que el dedo quede con forma chistosa cuando logre cicatrizar.
El próposito de este relato introductorio (que no era mi intención hacerlo largo) es precisamente por la culminación o el rastro que deja una herida. Las cicatrices.
Todos tenemos cicatrices, de diferentes formas y tamaños. Pero el propósito de ellas es recordarnos, como si fueran fotografías, de que el pasado realmente ocurrió y la historia detrás de ellas puede ser graciosa, traumática o incluso heróica (Tengo suerte de que todas mis cicatrices tienen trasfondos llenos de humor...). La mayoría son accidentes, por lo tanto aprendemos de nuestros errores, y las cicatrices son recordatorios longevos, sino es que son permanentes.
Tengo cicatrices que me recuerdan mis días (y caídas) de primero de secundaria (rodillas) tengo otras que me recuerdan viajes (Mano derecha, Vancouver; codo derecho, Chamela; dedo angular derecho, Michoacán;) Otras mas escondidas de caídas memorables (en el pecho llevo una cicatriz casi inperceptible de cuando me caí en un rosal jugando futbol con unos primos).
Tal vez no sean muchas, pero las conservo con cariño.
Ahora tengo curiosidad de ver la forma que tomará la futura cicatriz de mi dedo índice izquierdo para que me recuerde mis días en la universidad y también que debo tenerle respeto a los cutters.
Finalizo con una cita de la película "The Replacements".
"Pain Heals... Chicks dig scars... Glory lasts forever..."
1 comentario:
"Soy sincero, si pegándome en una cartulina me diera más rigidez o al menos mayor presentación... No dudaría en hacerlo", que bien quedo!!!!! jajaja, bueno yo amo mi cicatriz, a pesar de que mi mamá estaba dispuesta a que la arreglara un plástico, yo me niego rotundamennte, es parte de mi!!!! junto con otras cuantas más profundas, jajajajaja
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