lunes, 26 de enero de 2009

Eventualidades

Existen personas que dicen que su vida es como una novela...

Creo que si habría que llamarla de algún modo, mi vida es como una caricatura.

No sé si sea debido a una malformación congénita, que cada que salgo de viaje, me ocurre un accidente, en este caso referidos como "eventualidades".

Al grado de que, en la actualidad, mis compañeros de viaje sólo se imaginan que voy a tener algún accidente de alguna manera u otra.

Sólo haré un recuento de los más significativos (y también los que pueda recordar... maldito alcohol).

La Marquesa (1996)
La cuatrimoto asesina

Fuimos de visita a la capital con unos tíos que vivían ahí en ese entonces. Y un buen fin de semana decidieron darnos el tour por Toluca y aprovechar para que conociéramos La Marquesa. Acaba de llover y lo que recuerdo era que el paisaje estaba lleno de neblina y mucho lodo. Una de las atracciones principales era andar en cuatrimoto en una pista que había quedado relativamente cerca de nuestra ubicación. Nos la invitó mi tío y ahí fuimos, mi primo de 19 años, mi hermano de 9 años y yo de 12. Mi primo se subió con mi hermano, y para mi sorpresa, me dejaron una cuatrimoto para mi solito. En ese momento consideré que ya no me trataban como un escuincle caguengue.

Nos subimos y lo primero que hago es meter el acelerador a fondo para ver que se sentía y en la primera curva, bastante enlodada, me hizo una mala jugada. Di la vuelta sin frenar y salí volando con todo y cuatrimoto, rodamos y cuando yo me detuve, me di cuenta de que el vehículo estaba encima de mi. Pero no me dolía nada, quedé exactamente en el hueco que hacía la curvatura del asiento. Corrí con mucha suerte, pues pude levantarme por mi propio pie y propinarle un par de patadas a la susodicha. Hubiera sido un mal día, y yo quedaba cuadraplégico o sin dientes de menos. Aunque fue gracioso, si yo hubiera tenido la oportunidad de ver a otro pobre incauto (y desconocido) en ese accidente, sí me botaba de risa... De seguro.


Cuatro Ciénegas (2005)
La venganza de la gorra.

Viaje en el cual estuvimos una buena parte en carro, debido a las grandes distancias que hay entre cada lugar en el norte de nuestro país. En estos trayectos, como no había ningún automóvil en la carretera y eran prácticamente rectas, se prestaban para tomarles fotos desde la ventana del copiloto, sacando medio cuerpo. Puedo decir que las fotografías que tomé de esa manera salieron muy bien. Pero hubo un intento en el cual a la hora de sacar la cabeza para fotografiar el momento, me di cuenta de que el viento me había despojado de algo muy preciado para mí... Mi gorra.

Regresé la cabeza al carro con cara de susto y una gorra menos. El conductor todavía osó en preguntarme: "¿Todavía la quieres?" Indignado, le respondí: "¡Claro!".

Se echó en reversa para acercarme un poco, pero cuando yo decidí poner un pie fuera del carro, todavía se movía un poco y a la hora de bajar el otro no me di cuenta de que había una especie de pendiente en la carretera... Resbalé y caí.

Regocijo general.

Después de eso ya no tomé más fotografías desde un carro en movimiento... Algo así como condicionamiento Pavloviano, supongo.


Mazamitla (2005)
No hay que llorar sobre el rompope derramado.

Esta eventualidad no fue del todo trágica ni dramática. Para acabar pronto, no hubo heridos. No recuerdo mucho de este evento. Se que nos fuimos a Mazamitla el fin de semana, ibamos en la troquita de un amigo (pick-up pequeña, pero le decíamos troquita de cariño). Como tenía mucho tiempo que no iba a Mazamitla, decidí comprar una botella de rompope para amenizar la noche.

Ya entrados en copas, me evade el porqué terminé derramando una buena parte de mi vaso recién servido encima de mí. Obviamente fue motivo de risas y fotografías. Nomás a Master se le ocurre tirarse el rompope encima.

No recuerdo que fue de esa botella, quedó olvidada en mi refrigerador unos cuantos años y luego fue retirada de circulación porque dudábamos de que su estado estuviera óptimo para consumo humano.


Isla Cocinas, Chamela (2005)
Cómo escalar un polvorón.

Epítome de mis accidentes. Decidimos embarcarnos a conocer una isla cerca de Chamela. La Isla Cocinas.

Cuando arribamos a dicha isla, nos encontramos con la sorpresa que había unos extranjeros filmando un reality show... Al parecer eran holandeses, y también, el reality show se veía bastante malo. El trato al que llegamos fue que mientras ellos filmaban, nosotros teníamos que escondernos del otro lado de la isla para que los ingenuos televidentes europeos pensaran que era una isla desierta y por ende, afrodisiaca.

Como no se iban a tardar mucho, accedimos y nos pusimos a explorar el lado opuesto de la isla. Un terreno bastante accidentado, si me preguntan.
Pajareamos un rato, vimos pájaros bobos y varios otros animales.

Entonces, decidimos regresar a ver como iban los europeos para saber si ya nos podíamos meter al mar. El problema fue que en vez de agarrar la ruta fácil, pero larga; decidimos tomar la ruta corta y (en ese momento) divertida. Siendo "divertida" sinónimo de díficil y riesgosa.

Todos empezaron a subir y yo me quedé al final. La consistencia de dicha piedra que estabamos escalando era semejante a un polvorón o a algún postre similiar.

Al estar escalando, ya no pude llegar a la cima pues todo se comenzó a desmoronar... Por la posición en la que estaba, traté de detenerme con lo que fuera, y salí medio raspado. Al darse cuenta mis compañeros, regresaron y empezaron a hacer intentos por subirme. El mejor pensado fue que uno de ellos me pasó su pierna mientras era agarrado por su hermano. Debido a la sangre, sudor y tierra que estaban en mi mano, volví a resbalar.

Sirvió para emparejarme, pues sólo me había raspado un costado de mi cuerpo... Entonces ya estaba completamente raspado.


Si no fuera por un nopal, me hubiera ido hasta abajo. No era mucha altura, pero el golpe hubiera dolido. Lo bueno fue que traía tenis puestos, si no, entonces ni caminar hubiera podido en lo que me sacaba todas las espinas de dicho nopal salvador.


Además de estar herido físicamente, mi orgullo estaba raspado, no me podía mover con facilidad y siempre me tenía que pasar algo, en cualquier viaje. El agua salada ayudó a que se cerrara más rápido la herida (aunque... Cómo dolía).
La cicatriz ya casi no se nota. Y es cómico recordar el acontecimiento de vez en cuando.

Vancouver, Canadá (2007)
El ataque del mueble nuevo

Esto ocurrió en el país de la hoja de maple, mientras trabajaba como carpintero. Tuve la mala suerte de comprobar cuan filosa es la esquina de un mueble recién hecho.

Estaba felizmente atornillando unos muebles que ya estaban ensamblados. Estos estaban ubicados sobre unas láminas de madera apiladas y cubiertas por un cartón que las alcanzaba a cubrir, pero, por tanto movimento se había desplazado un poco. Lo suficiente para hacer un piso falso donde yo caería posteriormente.
En fin, seguí atornillando, sin haberme percatado de dicha trampa mortal. Intenté pisar ahí y pues no encontré soporte, no perdí el equilibrio, lo que sucedió esta vez, fue que con mi mano derecha (la cual, llevaba un taladro), se vino a impactar con precisión quirúrgica en la esquina del mueble. El punto donde abrió el mueble, fue en mi nudillo del dedo mayor (o grosero, para los amigos).

Recuerdo que me dolió bastante, lo suficiente como para gritar un par de maldiciones muy bien aprendidas en México. Cuando vi mi mano para hacer el recuento de los daños, pude observar un hueco, con fondo blanco... El cual se llenó cual tinaco de un líquido rojo, y luego se desbordó.

Por más que me lavaba, no dejaba de sangrar, el supervisor brasileño llegó para ponerme un curita, el cual fue descartado inmediatamente pues no daba el ancho (el curita, no el brasileño).
Terminamos improvisando una venda con un pedazo de papel higiénico y cinta. Como no podía mover el dedo y lo único que iba a poder hacer esa tarde era barrer... Decidieron soltarme temprano. Y fui feliz.

La cicatriz, como comenté en un post anterior, me trae este tipo de recuerdos.

Por el momento, he terminado. Son todas las eventualidades que puedo recordar por el momento... Si en un futuro surge alguna otra (ya sea extraída de mi desacostumbrada memoria, o en un futuro viaje, donde se me olvide andar con cuidado). Se registrará como debe ser. Si nada de esto hubiera pasado, esta entrada de blog no existiría.

1 comentario:

is dijo...

jajajaja no manches Ricardo, no es en mal plan, pero me rei mucho... ojala nunca pase a mayores!!!!